viernes, 25 de mayo de 2012

Wendy en Kensington Gardens


Wendy por encima de las chimeneas de Londres... ¡Ojalá viera al deshollinador!


Wendy voló... Voló por encima del reloj del Big Ben, de la Torre de Londres, de las chimeneas que perfilaban los tejados de la ciudad. Voló hacia la segunda estrella a la derecha, recto hasta la mañana, y llegó a Nunca Jamás, la isla donde vivía el niño que no quería crecer. Allí conoció a las sirenas, a Tigrilla y su tribu india, a los piratas del Jolly Roger y a su temible líder, el Capitán Garfio. Y también conoció a los Chicos Perdidos, a la celosa hada Campanilla y, sobre todo, conoció a Peter Pan... 

Y Wendy decidió volver a casa, porque ella sí quería crecer. Porque quedarse en Nunca Jamás significaba renunciar a la capacidad de soñar: de soñar en un futuro, ya que nunca crecería; de soñar en mundos distintos poblados por seres fantásticos; de soñar en continentes lejanos habitados por tribus exóticas; de soñar en surcar los mares a bordo de una nave pirata... Por eso Wendy decidió volver, porque en ningún lugar se vive más plenamente que en los propios sueños.

En Wendy en Kensington creemos que el mundo está lleno de sueños a nuestro alcance: se trata de los libros, los tebeos, las películas, las series, los cuadros, la música que nos ayuda a imaginar un mundo distinto, un mundo soñado... Es por eso que en Wendy en Kensington perfilaré poco a poco cuál es la materia de que están hechos estos sueños, mis sueños, los sueños que me hacen sentirme viva.


Wendy vuelve a Londres, porque aquí es donde podrá soñar.


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